domingo, 12 de septiembre de 2010

Huracán

Mi asilo me recogió cuando el huracán
se llevó los últimos vestigios de nuestro amor.
En la noche de nuestro pequeño lecho yo era un faro de luz
tú un haz de oscurdidad un huracán de lágrimas que mi luz no podia alumbrar.
Amigo mio, no puedo salir de mi asilo sólo para salir y sentir como ese huracán
lleno de dolor, lágrimas y sufimiento me arrastra otra vez a la profundidad de
eso que tu llamas dolor.

Walter Abanto