miércoles, 20 de febrero de 2008

Inconsciente

viento de mazmorras que transitas gélido
en cabezas de arena
llévate espíritus que penan…

se que la voz que hablará es ajena a mi;
que tu cuerpo de mar y tus labios de cielo
son el paralelo inefable de mi existencia;
y tus ojos que ganarían el primer premio
a la tristeza hieren los míos y lloran
como longinos arrepentidos…
ya el viento empieza a pronunciarse
y la llegada de tu insomnio atemporal
crepita mis labios, mis adentros;
ya la luz tenue armoniza tu llegada
y el cajón memorioso de días e historias
se prepara a tu mirada
no sin antes rezar perpetua
una oración a su amada:

¡muérete Hetera!
mujer de tiberio el romano
muérete en el séptimo infierno
que tu piel odie tus huesos
y tus órganos se repudien unos a otros
que tu sangre se canse de ser roja
que tus labios de placer incontable
sean lacerados por guadañas comunistas
que un enjambre de vasallozas abejas
inflamen tu rostro,
pero antes...

déjame darte un último beso
para sentir un corazón que ya no está
déjame darte un último beso
para clausurar el insomnio atemporal
déjame darte un último beso
para calmar mis labios y dejen de crepitar
sólo un último beso
para matar al poeta de mis adentros
y al escritor que esta noche también morirá
déjame darte un último beso
y muérete ya.

Por Roberto Bonnett